Las Palmas, 15 de mayo de 2041
Queridos hijos:
Como todos los fines de semana, toca hoy explicales una nueva palabra para aumentar su cultura y conocimiento y puedan ser hombres y mujeres de provecho el día de mañana.
Espero que hayan recapacitado sobre la palabra discutida la semana pasada, ¿se acuerdan? Sí, hijos: democracia, muy bien. ¿Y recuerdan el significado de democracia? No pongan esa cara de póker, hijos. Es normal no entenderla a la primera. Paciencia; se necesita mucha paciencia y esfuerzo hasta llegar a ella. Es importante que tengan ese término en mente, porque les ayudará a comprender mejor el origen etimológico del vocablo que debatiremos hoy.
La palabra que les propongo hoy es Magentaria. ¿Quién sabe lo que significa? Sí, hijo, muy bien. Es el nombre de nuestro país. ¿Y sabes cómo se llamaba nuestro país hace 30 años? ¿Espada? ¡No, no! ¿Campaña? No, hijo, no. España, nuestro país se llamaba España. Y ese nombre viene del fenicio Hispania, que era como los propios fenicios, alrededor del 2.000 antes de Cristo, denominaban a la península Ibérica y que quiere decir "tierra abundante de conejos".
Al principio, nuestro país era un conjunto de regiones lideradas por tribus enemigas, que luchaban por la hegemonía de las minas y los ricos recursos naturales que desde siempre han existido en nuestra tierra. Luego, esas regiones se constituyeron en reinos, que poco a poco fueron fundiéndose en alianzas hasta llegar a convertirse en un solo país, antes conocido como España. Este nombre se mantuvo hasta el 22 de mayo de 2011, fecha en el que el país pasa automáticamente a llamarse Magentaria.
Pues bien, hijos. Magentaria viene de magenta. Sí, el color magenta. Como saben, el magenta es la fusión del rojo y el azul. Y es que los antiguos españoles, veían el mundo a través de estos dos colores. Al principio, todos los españoles llevaban gafas con cristales de color rojo. Así que lo veían todo de ese color. Este fenómeno podía durar entre 4 y 8 años, no más. Transcurrido este periodo, la gente, aburrida de sus gafas, se deshacían alegremente de ellas y se ponían unas nuevas, supuestamente mejores, esta vez con cristales de color azul, y así lo veían todo de color azul. La moda de estos dos colores se alternó a lo largo de los años; y estos cambios periódicos entre los dos colores produjo tanto desatino, y fue tan extravagante y pernicioso para todos que al final, la gente, confundida, ya no distinguía el rojo del azul. Los grandes capitalistas, dándose cuenta de esto, sacaron al mercado unas innovadoras gafas "3D" con un cristal rojo, a la izquierda, y otro azul, a la derecha. Los españoles, al probarse estas nuevas gafas, quedaron muy contentos porque ambos colores se fundieron en uno solo, el magenta, acabando esto con su confusión.
Hubo algunos, dicen, que se dieron cuenta de esta anomalía ocular, de esta aberración cromática, por lo que salieron a la calle a protestar. Ellos gritaban: "¡Estamos indignados, queremos gafas con cristales transparentes! A través de internet, hubo mucho acuerdo en este asunto. Estas personas ocuparon las calles, acamparon en las plazas y, sorprendiendo a todos, y sobre todos a sí mismos, aprendieron que las bocas están hechas para hablar, y no solo para decir tonterías; las mentes para pensar, y no solo para vaciarlas en actividades banales e inútiles; las orejas, para escuchar, y no solo para ponerse el piercing; y los brazos, para alzarlos y fundirse en un gran y sólido abrazo. Un abrazo que atrajo la atención de todo el planeta, porque lamentablemente, los abrazos se habían extinguido de la tierra.
Yo les puedo decir orgullosos, hijos míos, que hubo también otros, que como yo, protestamos desde el cómodo anonimato de nuestros hogares, en pijama y apoltronados en nuestros sofás con una taza de café y un portátil en nuestros revolucionarios regazos. Estos nobles ciudadanos, que no estabamos de acuerdo con el funcionamiento del sistema, protestamos con mucha valentía. Abríamos el facebook, y cuando veíamos algo con lo que estabamos de acuerdo, pulsábamos "Me gusta" con aguerrida decisión. Y así, contribuimos al movimiento sin mancharnos los pantalones. Y cuando el país vuelva a llamarse España, hijos míos, saldremos todos de nuestras casa, acicalados y perfumados, a exigir los derechos por los que, desde nuestros sofás y a golpe de ratón, hemos luchado durante toda nuestra vida para lograr un mundo mejor.
Para terminar, hijos míos, les recuerdo que la democracia es un proyecto que siempre está en movimiento. Nunca podrá ser perfecta. Para su óptimo funcionamiento, hace falta que cada uno de nosotros actúe según su propia capacidad y convicción para ir creando democracia en cada gesto, en cada suspiro, en cada paso que damos. La democracia está en el salón de tu casa, en tu relación con familia y amigos; la encontrarás en la panadería, en el aeropuerto, al salir del coche, y al subirte a una guagua. No esperen nunca que los de arriba nos den lo que debe partir de nosotros a través de nuestras pequeñas, incansables y constantes acciones diarias. El acto más elevado que puede realizar un ser humano es aceptar al vecino y aprender a convivir en paz y solidaridad con él. Así que, hijos míos, nunca olviden, que su padre también gritó indignado para mejorar el sistema. Y es por ello, que aquel histórico 22M de 2011 en que todos pudimos cambiar las cosas, yo también voté en magenta.
Queridos hijos:
Como todos los fines de semana, toca hoy explicales una nueva palabra para aumentar su cultura y conocimiento y puedan ser hombres y mujeres de provecho el día de mañana.
Espero que hayan recapacitado sobre la palabra discutida la semana pasada, ¿se acuerdan? Sí, hijos: democracia, muy bien. ¿Y recuerdan el significado de democracia? No pongan esa cara de póker, hijos. Es normal no entenderla a la primera. Paciencia; se necesita mucha paciencia y esfuerzo hasta llegar a ella. Es importante que tengan ese término en mente, porque les ayudará a comprender mejor el origen etimológico del vocablo que debatiremos hoy.
La palabra que les propongo hoy es Magentaria. ¿Quién sabe lo que significa? Sí, hijo, muy bien. Es el nombre de nuestro país. ¿Y sabes cómo se llamaba nuestro país hace 30 años? ¿Espada? ¡No, no! ¿Campaña? No, hijo, no. España, nuestro país se llamaba España. Y ese nombre viene del fenicio Hispania, que era como los propios fenicios, alrededor del 2.000 antes de Cristo, denominaban a la península Ibérica y que quiere decir "tierra abundante de conejos".
Al principio, nuestro país era un conjunto de regiones lideradas por tribus enemigas, que luchaban por la hegemonía de las minas y los ricos recursos naturales que desde siempre han existido en nuestra tierra. Luego, esas regiones se constituyeron en reinos, que poco a poco fueron fundiéndose en alianzas hasta llegar a convertirse en un solo país, antes conocido como España. Este nombre se mantuvo hasta el 22 de mayo de 2011, fecha en el que el país pasa automáticamente a llamarse Magentaria.
Pues bien, hijos. Magentaria viene de magenta. Sí, el color magenta. Como saben, el magenta es la fusión del rojo y el azul. Y es que los antiguos españoles, veían el mundo a través de estos dos colores. Al principio, todos los españoles llevaban gafas con cristales de color rojo. Así que lo veían todo de ese color. Este fenómeno podía durar entre 4 y 8 años, no más. Transcurrido este periodo, la gente, aburrida de sus gafas, se deshacían alegremente de ellas y se ponían unas nuevas, supuestamente mejores, esta vez con cristales de color azul, y así lo veían todo de color azul. La moda de estos dos colores se alternó a lo largo de los años; y estos cambios periódicos entre los dos colores produjo tanto desatino, y fue tan extravagante y pernicioso para todos que al final, la gente, confundida, ya no distinguía el rojo del azul. Los grandes capitalistas, dándose cuenta de esto, sacaron al mercado unas innovadoras gafas "3D" con un cristal rojo, a la izquierda, y otro azul, a la derecha. Los españoles, al probarse estas nuevas gafas, quedaron muy contentos porque ambos colores se fundieron en uno solo, el magenta, acabando esto con su confusión.
Hubo algunos, dicen, que se dieron cuenta de esta anomalía ocular, de esta aberración cromática, por lo que salieron a la calle a protestar. Ellos gritaban: "¡Estamos indignados, queremos gafas con cristales transparentes! A través de internet, hubo mucho acuerdo en este asunto. Estas personas ocuparon las calles, acamparon en las plazas y, sorprendiendo a todos, y sobre todos a sí mismos, aprendieron que las bocas están hechas para hablar, y no solo para decir tonterías; las mentes para pensar, y no solo para vaciarlas en actividades banales e inútiles; las orejas, para escuchar, y no solo para ponerse el piercing; y los brazos, para alzarlos y fundirse en un gran y sólido abrazo. Un abrazo que atrajo la atención de todo el planeta, porque lamentablemente, los abrazos se habían extinguido de la tierra.
Yo les puedo decir orgullosos, hijos míos, que hubo también otros, que como yo, protestamos desde el cómodo anonimato de nuestros hogares, en pijama y apoltronados en nuestros sofás con una taza de café y un portátil en nuestros revolucionarios regazos. Estos nobles ciudadanos, que no estabamos de acuerdo con el funcionamiento del sistema, protestamos con mucha valentía. Abríamos el facebook, y cuando veíamos algo con lo que estabamos de acuerdo, pulsábamos "Me gusta" con aguerrida decisión. Y así, contribuimos al movimiento sin mancharnos los pantalones. Y cuando el país vuelva a llamarse España, hijos míos, saldremos todos de nuestras casa, acicalados y perfumados, a exigir los derechos por los que, desde nuestros sofás y a golpe de ratón, hemos luchado durante toda nuestra vida para lograr un mundo mejor.
Para terminar, hijos míos, les recuerdo que la democracia es un proyecto que siempre está en movimiento. Nunca podrá ser perfecta. Para su óptimo funcionamiento, hace falta que cada uno de nosotros actúe según su propia capacidad y convicción para ir creando democracia en cada gesto, en cada suspiro, en cada paso que damos. La democracia está en el salón de tu casa, en tu relación con familia y amigos; la encontrarás en la panadería, en el aeropuerto, al salir del coche, y al subirte a una guagua. No esperen nunca que los de arriba nos den lo que debe partir de nosotros a través de nuestras pequeñas, incansables y constantes acciones diarias. El acto más elevado que puede realizar un ser humano es aceptar al vecino y aprender a convivir en paz y solidaridad con él. Así que, hijos míos, nunca olviden, que su padre también gritó indignado para mejorar el sistema. Y es por ello, que aquel histórico 22M de 2011 en que todos pudimos cambiar las cosas, yo también voté en magenta.